lunes, 17 de octubre de 2011

"La flaca" en librerias!!

Bueno, ya mas reposada de la presentación del libro, les cuento que ya está a la venta en las principales librerías como Virrey, Epoca, Crisol y otras que se irán anunciando. Espero lo disfruten. :)

lunes, 4 de julio de 2011

EL AFRICA Y YO

La siguiente historia de helicópteros tiene que ver con mi vida y la de mi hijo. Fue cuando viví en el Africa, siguiendo a mi entonces esposo por el mundo.Voy a transcribirles textualmente la entrevista que me hiciera sobre este tema la periodista Claudia Doig para la revista “Cosas”. Claudia logró captar muy bien mi relato y lo plasmó en un artículo.
Aquí va:

Titulo:
PATSY ADOLPH

EN MEDIO DE UNA GUERRA TRIBAL

Si algo caracteriza a la periodista Patsy Adolph es su carácter serio y decidido. Su profesión la ha llevado por innumerables experiencias que la han puesto en peligro. Pero, paradójicamente, fue en la esperada tranquilidad de su hogar en Togo, Africa, en donde ella y Rafi, su primer hijo, estuvieron al borde de la muerte en medio de luchas étnicas del lugar. “Mi esposo es piloto comercial de helicópteros. En 1991 fue enviado a Togo a trabajar con la Organización Mundial de la Salud. Desde que llegué a Africa sentí la gran diferencia de culturas con relación a la nuestra. El respeto a la mujer no existe. Simplemente es un objeto y ser madre no cuenta para nada”.

Alejada de casi todo y con su esposo, Rick hauge, volando durante varios días
a la semana, Patsy usó toda su capacidad de adaptación para adecuarse a su nueva vida. Apenas instalada en un pueblo alejado de la capital, Pascal, el empleado que tenía a su servicio le explicó que había dos etnias que vivían en constantes enfrentamientos y matanzas: los Ewe y los Kabié. A éstos últimos pertenecía el presidente de Togo, líder dictador que hasta la fecha gobierna el pequeño país.

“La pugna no me preocupó mayormente, como tampoco vivir en territorio de los Kabié. Finalmente, yo era una extranjera y suponía que conmigo no se iban a meter. Pero una mañana, estando sola con mi hijo, desperté con el ruido de una turba que venía de lejos. Pascal me aconsejó no salir de casa porque el día se presentaba bastante agitado. Era época de elecciones para el Congreso. Pensaba quedarme en casa cuando apareció un compañero de mi esposo, otro piloto, y me dijo que mejor nos íbamos del lugar unas horas hasta que la situación se tranquilizara. Opté por esto último y mientras sentía que el tumulto se acercaba cada vez más, tomé a mi hijo, un biberón con agua y un par de pañales, y sin saber bien por qué, también el maletín con nuestros pasaportes y tarjetas de crédito”.


Apenas se subieron al carro rumbo a una sede de misioneros de San Juan Bosco, donde pensaban refugiarse, se encontraron con una barricada y troncos en la pista. Entonces una multitud los rodeó. “Ya había visto estas cosas antes, así que no me impresionó. Pero estos hombres estaban ebrios y enardecidos, y no querían dejar pasar a nadie. Portaban hachas, cuchillos, arcos y flechas. Felizmente mi compañero habló con ellos en francés y a regañadientes nos dejaron pasar”. Más adelante ocurrió lo mismo con otra barricada; pero a la tercera parada la situación se puso más crítica. Este nuevo grupo ya no estaba dispuesto a dejarlos pasar y los quería obligar a bajar del carro para incendiarlo. “Aquí sí me asusté realmente. Mi hijo lloraba mientras varios hombres, ahora con el rostro con pintura de guerra, se tiraban encima del carro y nos enseñaban los machetes y hacían el ademán de degollarnos. Decidimos no bajar del carro por nada del mundo y yo sentía que iba creciendo mi ira. No entendía cómo podían hacernos esto, porque nos tenían ese odio y, sobre todo, cómo no podían sentir
compasión por el bebé que llevaba cargado. Era tal mi rabia, que empecé a insultarlos en español. Creí que había llegado el final. Ya no sabíamos qué hacer”. El piloto decidió hacer algo drástico y peligroso: pisó el acelerador y emprendió una fuga que hizo que atropellara ligeramente a algunos de los nativos. Esto los enfureció aún más y empezaron a perseguirnos mientras nos alejábamos raudamente; pero lo que vimos más adelante nos heló la sangre…..otra barricada y los pobladores en esta habían visto lo que habíamos hecho.


La suerte quiso que justo en ese momento pasara en moto una autoridad del lugar que conocía al piloto que acompañaba a Patsy. El dispersó a los revoltosos y a duras penas lograron llegar a una sede misionera. Por radio informaron de la situación a los pilotos de la compañía donde trabajaba Rick, y al poco rato un helicóptero aterrizó en la cancha de fútbol de la misión y empezó la evacuación de Patsy, Rafi y de otros extranjeros que como ella llegaron al refugio. “Abordamos como pudimos y llegamos al hangar de la empresa de Rick. Allí encontramos otros helicópteros que evacuaron gente, hicimos una olla común y por fin me reuní con mi esposo. Esperamos la noche y en vuelo rasante, para no ser detectados, huimos rumbo a Benin”.



Pero la historia no termina allí. Para entonces Patsy no se sentía bien, pero atribuía el malestar a la experiencia vivida. Caminando por un mercado de Benin, en busca de algo de ropa para su hijo sufrió un desmayo. ¡Tenía la mortal malaria phalsiparum!. “Sentí que se me derretía el cerebro. Como sea me llevaron al hotel y me dijeron que había un medicamento que aún estaba en prueba en Estados Unidos, pero que se vendía en Africa. O te cura o te mata, me advirtieron. Lo tomé y aquí estoy. ¿Qué pienso de todo lo que viví enTogo? A veces lo comparo con lo que viví como periodista en la época del terrorismo. No justifico la violencia, pero en el Africa es instintiva. En cambio, la violencia del terrorismo en el Perú es calculada, meditada. Por eso, tal vez, es más grave. Pero, de cualquier modo, me gustaría regresar algún día al Africa, esta vez con mis dos hijos, porque quiero que conozcan el lado hermoso de ese continente”.


Fin del artículo.

sábado, 4 de junio de 2011

Ultimo aliento antes de votar....

Se acerca la hora e iré a votar. Y aunque muchos lo tomen como una competencia de "quién ensucia más al otro" o quién es el estúpidamente llamado "mal menor", el hecho es que estamos a punto de elegir a la persona que vamos a tener como representante de nuestra nación, de nuestros anhelos e intereses, de nuestros valores y moral por los próximos cinco años. La enorme embarradera de honras, el endilgamiento de culpas ajenas, inducidas o propias y los asquerosos apoyos sin verguenza y sinverguenza de periodistas, empresarios y el propio presidente han tratado de aplastar a los que piensan diferente o expresan favoritismo legítimo por uno u otro candidato. ¿Dónde quedaron la imparcialidad, la objetividad y la mínima ética que conlleva una de las más importantes y poderosas (si, y ellos lo saben) profesiones que muchos de nosostros lleva en la sangre y trata de inculcar en eventuales y motivados alumnos a los que algunos pasamos nuestras experiencias? Me ha dado tristeza, verguenza y rabia tener que ser testigo de lo que se ha convertido el periodismo en el Perú. Y solo les pido que a la hora de estar en la cabina de votación piensen, por ese mágico segundo antes de marcar su X, en qué es lo que le están enseñando a sus hijos.....nada más. Hasta después del domingo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Un capitulo de mi libro.....esperando respuesta de la editorial.

Era el 14 de abril de 1988. Estaba de comisión con Gonzalito Solé de camarógrafo, Armando “animal” Lopez de asistente y Roberto “Bam Bam” Yupanqui de chofer. No me acuerdo qué michi de comisión estábamos trabajando cuando alrededor de las 11 de la mañana escucho en la radio una noticia de último minuto: Sendero Luminoso había asesinado sin misericordia a 7 autoridades comunales en la zona de Andajes, provincia de Oyón , departamento de Lima.


Los terroristas no solo habían matado a tiros a esas personas en medio de la Plaza de Armas sino habían incendiado varios locales del estado. Algo serio, pensé, así que llamé por radio al Canal para decirles que me iba para allá.

-“Pero, pero...” balbuceó alguien al otro lado de la radio.

Ay, la clásica. Como si no me conocieran, chau con todos.

Había hablado con mi gente en el carro y coincidimos en suponer que no estaba tan lejos, porque según el mapa, era todavía el departamento de Lima y a la altura de Huacho creo o cerca, que doblabas a la derecha y de frente estaba Andajes... pan comido.

-“Regreso en la noche”, le dije a mis jefes.

Lo primero fue pasar por la casa de Gonzalo, que nos iba a prestar casacas a todos. Yo supongo que hice llamar a mi madre con alguien, no recuerdo.

A eso de las dos de la tarde estábamos partiendo hacia Andajes. Yupanqui era uno de los mejores choferes del canal así que estábamos en buenas manos.

Llegar no fue fácil. Agarramos la Panamericana norte hasta Huaura , debías entrar por un camino de tierra que debimos buscar para no tomar la ruta equivocada y de ahí seguir de frente. Cuando preguntamos, luego de una hora, a algunos pobladores de la zona cuál era el camino hacia Andajes, nos dijeron que estábamos a 4 ó 5 horas de ahí. Había que pasar Churin y seguir hacia arriba.

Estuvimos a punto de abandonar.... ¡5 horas más! , vamos a llegar como a las 8 de la noche y después ¿cómo regresamos de noche por esta zona? Pero decidimos continuar; todos estuvimos de acuerdo en que ya estábamos en camino y en el Canal entenderían. Pero otro problema era que estábamos sin plata, tendríamos unos cuantos soles entre todos y no sabíamos qué íbamos a comer, ni donde dormiríamos, ni nada. Adelante, como diría el Arquitecto.

El trayecto se nos hizo larguísimo; ya estaba oscuro y el camino era totalmente inhóspito, oscuro y desolado. Sentíamos además el efecto de la altura y el frio. Cuando llegamos a Churín nos encontramos con un grupo de policías que justo estaba preparándose para subir a Andajes; si no digo, soy una suertuda.

Los policías estaban además acompañados por el juez de paz de la provincia y los fiscales que estaban listos para proceder con el levantamiento de los cadáveres. Es decir que todo estaba en ese lugar tal cual lo habían dejado los senderistas.

Bajé del carro y tras presentarme, les pregunté (por supuesto) si había subido algún otro periodista.

-“No, ustedes son los únicos que han llegado hasta acá”

Mostro. Let’s go.

Subimos nosotros primero y la camioneta de los policías y demás detrás. Una hora más de un camino ascendente, sinuoso y oscuro que nos llevaba a las alturas de la sierra de Lima, ya casi Cerro de Pasco.

Cuando por fin llegamos lo primero que me llamó la atención fue el silencio pesaroso del lugar. Bajamos del carro y los pobladores se nos acercaron en grupo para saber quiénes eramos. Era gente pobre, indígena y mayormente campesina. Algunos de ellos, sin mediar palabra, nos señalaron el camino hacia donde yacían sus muertos. El viento gélido y la altura (más de 4 mil metros) no eran lo que aceleraba nuestro corazón ni lo que nos sumió en un sincero pesar compartido con esta población tan olvidada y postergada por la Gran Capital y sus gobernantes. A medida que nos acercábamos a la Plaza central de Andajes con la cámara prendida y yo con el micro en la mano se nos iba descubriendo la dantesca escena.

Los cuerpos acribillados a balazos yacían en el suelo, descubiertos y sobre enormes charcos de sangre seca. Las mamachas lloraban, no, aullaban de dolor arrodilladas frente a su esposo, hijo o amigo. Era desgarrador. Con nuestra lámpara de luz íbamos de cadáver en cadáver, iluminando cada escena como si se tratara de presentar a los protagonistas de una película de terror. Terror. Horror.

Recuerdo a una señora que sollozaba y le hablaba a su esposo muerto en quechua. Me dijeron que le estaba pidiendo que se levante, que por favor papito, levántate…y le agarraba el zapato sucio y raído mientras con la otra mano golpeaba la tierra con su sombrero y se doblaba de dolor sobre el cuerpo inerte.

Yo estaba narrando los hechos a medida que los iba conociendo y entonces llegaron los policías con el juez de paz y los fiscales y se empezó con los procedimientos legales de reconocimiento y posterior traslado de los cuerpos a la tolva de la camioneta policial.

Hice varias entrevistas en el lugar. Uno de los sobrevivientes me contó todo lo que había sucedido. Los terroristas habían llegado en camiones, eran como 50, nos dijeron y empezaron a llamar a la población para que se reúna en la plaza. Esta era una costumbre de los subversivos cuando llegaban a algún poblado. Luego de tenerlos reunidos sacaron a un lado a 8 personas entre el alcalde, gobernador, teniente gobernador y otros más. Los metieron a una casa y los acribillaron. Luego se dedicaron a incendiar los locales gubernamentales y tras amenazarlos con que iban a regresar pronto a llevarse a los jóvenes del pueblo, se fueron.

Uno de mis entrevistados era un viejito que había sobrevivido la masacre. Lo habían dejado por muerto.

Habíamos terminado nuestro trabajo que era, además, una exclusiva. Algunos pobladores nos ofrecieron algo de comer y los policías nos regalaron una cajetilla de cigarrillos y un poco de pisco (bien preparados los polis).

Cuando estaba a un lado fumando se me acerca un hombre. No hablaba o parecía un poblador de la zona, era más bien de aspecto criollo y me llamó la atención. Se acercó y me dijo algo así:

-“¿Quieres saber porqué los mataron? Yo te puedo dar una entrevista. Soy profesor acá y te puedo informar de las razones que tuvieron para hacerlo. Yo te voy a buscar más tarde”.

Luego que dijo eso yo volteé para ver donde estaban los policías y mi gente pero no los encontré. Cuando regreso la mirada hacia el tipo, éste había

desaparecido. La carne se me puso de gallina y la sangre se me heló. “Te voy a buscar más tarde” me había dicho.

Yo estaba bastante asustada, les confieso. Un viejito nos ofreció su granerito para dormir. Una de las mamachas nos trajo pieles de carnero para que las pusiéramos en el piso de tierra y nos echáramos encima. El lugar era bastante pequeño...unos 3 metros por 3 metros y en una esquina había una pila de granos y a los lados algunas herramientas. Los cuatro dormiríamos uno al lado del otro, en el piso.

Hasta que todos nos pusimos noicos. Yo les había contado del pata este que me había dicho que “sabía demasiado” y empezamos a rayarnos con que de repente era un terrorista que se había quedado en la zona para informar de lo que pasaba y que cuando supo que había periodistas de Lima se le había ocurrido que podía extender la masacre un poquito.

Así que preparamos un plan extremo. Ibamos a colocar la cámara de video en una esquina del cuartito encima de la casetera y en un ángulo que diera hacia la puerta del granerito (que no tenía pestillo ni nada). Si alguien abría la puerta, Gonzalo que era el que estaba al lado de la cámara, iba a apretar el play al toque y la cinta empezaría a registrar nuestro baño de sangre. Les juro que estábamos los 4 petrificados del espanto. En eso, mientras todos nos mordíamos las uñas echados sobre el cuero de cabra, escuchamos un ruido.

Contuve la respiración para descubrir que era solo un ratón que había entrado a comerse unos granos. Ratones a mí....hola amiguito, come tranquilo. A seguir mordiéndome las uñas esperando que alguien pateara la puerta y entrara con un hacha en la mano. The Shinning.

Estábamos todos medios dormidos cuando escuchamos el ruido de un auto frente a nuestro pequeño cobertizo. No solo eso, mientras sonaba el rugido del

motor en espera, alguien dijo medio en susurro -“deben estar por acá, ese es el auto del Canal 9”. Todos nos miramos aterrorizados. Por suerte, según nuestros locos pensamientos del momento, habíamos estacionado el auto a unas dos casas para despistar. Con la mano pegada al Play de la casetera y los oídos pegados a la puerta, escuchamos con alivio que el auto arrancó y se fue.

No sabemos a qué hora nos dormimos pero a las 6 de la mañana ya estábamos en pie, maltrechos y ojerosos pero vivos.

Y listos para seguir trabajando. A la luz del día el pequeño poblado lucía aún más desolado y triste que la noche anterior. Las mujeres estaban reunidas en las esquinas y solo nos miraban pasar, en silencio. Nosotros filmábamos las últimas escenas que necesitábamos para regresar a Lima con todo ese importante material cuando me encuentro con un viejo periodista de La República y colega de un sinfín de comisiones.

-“Llegué anoche”, nos dijo. “Estuve buscándolos porque me dijeron que estaban en el pueblo pero no los encontré”.

-“¿Eras tú el del carro en la madrugada?” le preguntamos.

-“Si...como saben, ¿me escucharon?”

-“¿Escucharte???? Casi nos matas del susto!”

Pero bueno, nosotros estábamos listos para partir y así lo hicimos. Cuando empezábamos a bajar por aquel camino serpenteante y oscuro de la noche anterior (ahora con luz notamos más lo difícil de la geografía), nos topamos con varios autos de diferentes medios periodísticos que recién llegaban a Andajes a recoger mis migas. Recuerdo al colorado Virgilio Agreda saltando de su carro (él trabajaba en una revista muy importante) para preguntarme si había tomado fotos. Para entonces ya se había corrido la voz que la Flaca tenía

las imágenes en exclusiva. Honor al mérito de mi equipo de valientes (excepto por la palteada de la noche,je).

Llegamos a Churin hechos una mugre, por supuesto. El loco Armando no se soportaba y terminó lavándose la cabeza con un puñado de detergente que le pidió a una señora del lugar. Yo esperaría a llegar a mi casita a darme un baño como Dios manda.

Al canal llegaríamos en la tarde, cansados pero satisfechos del material que traíamos. Julio Higashi no podía estar más orgulloso y la nota esa noche me trajo muchas felicitaciones genuinas, sobre todo de mis colegas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tengo derecho a votar viciado!

Estoy segura que muchos están haaartos de escuchar, leer y ver ataques de uno y otro lado estas últimas semanas previas a la segunda vuelta electoral en el Perú. Yo estoy particularmente asqueada con alguna prensa (mucha para mi horror) que ha tomado parte apoyando a uno o a otro como si ese fuera el rol de los periodistas. Qué pena que la profesión (si, no la llamo oficio como algunos huachafos) haya caído tan bajo en nuestro país....donde los nuevos chicos que salen de universidades de "dudosa reputación" o institutos que regalan notas o con profes que ni ellos mismos se creen que son periodistas tomen la batuta de la información, la credibilidad y la ética. Y no son solo los reporterillos de a 500 lucas...son tambien esos abogados, economistas y empresarios que se creen con derecho a opinar y hacernos escuchar  sus sabias conclusiones respecto a la política y lo que debemos digerir de información. Qué pena. Pues yo voy a votar viciado, si señor...porque no me da la gana de escuchar a miedosos empresarios rajar y despotricar de Humala ni a otros que defienden a una mala hija de Susana y buena hija de Alberto, que se embolsicó miles de dólares y donaciones y muebles de Palacio (ya no se  acuerdan?) y estuvo al lado del ex presidente siempre y hasta ahora, que escucha atenta cada directiva, consejo y orden en la DIROES.
Yo no quiero votar por ninguno de los dos para que sea mi Presidente , NO ME DA LA GANA. y nadie tiene porqué cuestionarme ni apanarme o tratar de convencerme que soy mala peruana por no votar por Keiko. Es mi derecho  y mi opción. Uno de los dos va a ganar pero no será gracias a mi. He dicho.  

lunes, 16 de mayo de 2011

Plop

Dos años después.....

Había perdido/olvidado mi contraseña y estuve sin escribir nada. Pues hoy les digo que....todo sigue igual y aún no encuentro al hombre del resto de mi vida. Tuve algunos encuentros y una pareja pero todo se fue al diablo. Creo que realmente no hay hombres interesantes en Lima. Así de sencillo. To be continued......