lunes, 23 de mayo de 2011

Un capitulo de mi libro.....esperando respuesta de la editorial.

Era el 14 de abril de 1988. Estaba de comisión con Gonzalito Solé de camarógrafo, Armando “animal” Lopez de asistente y Roberto “Bam Bam” Yupanqui de chofer. No me acuerdo qué michi de comisión estábamos trabajando cuando alrededor de las 11 de la mañana escucho en la radio una noticia de último minuto: Sendero Luminoso había asesinado sin misericordia a 7 autoridades comunales en la zona de Andajes, provincia de Oyón , departamento de Lima.


Los terroristas no solo habían matado a tiros a esas personas en medio de la Plaza de Armas sino habían incendiado varios locales del estado. Algo serio, pensé, así que llamé por radio al Canal para decirles que me iba para allá.

-“Pero, pero...” balbuceó alguien al otro lado de la radio.

Ay, la clásica. Como si no me conocieran, chau con todos.

Había hablado con mi gente en el carro y coincidimos en suponer que no estaba tan lejos, porque según el mapa, era todavía el departamento de Lima y a la altura de Huacho creo o cerca, que doblabas a la derecha y de frente estaba Andajes... pan comido.

-“Regreso en la noche”, le dije a mis jefes.

Lo primero fue pasar por la casa de Gonzalo, que nos iba a prestar casacas a todos. Yo supongo que hice llamar a mi madre con alguien, no recuerdo.

A eso de las dos de la tarde estábamos partiendo hacia Andajes. Yupanqui era uno de los mejores choferes del canal así que estábamos en buenas manos.

Llegar no fue fácil. Agarramos la Panamericana norte hasta Huaura , debías entrar por un camino de tierra que debimos buscar para no tomar la ruta equivocada y de ahí seguir de frente. Cuando preguntamos, luego de una hora, a algunos pobladores de la zona cuál era el camino hacia Andajes, nos dijeron que estábamos a 4 ó 5 horas de ahí. Había que pasar Churin y seguir hacia arriba.

Estuvimos a punto de abandonar.... ¡5 horas más! , vamos a llegar como a las 8 de la noche y después ¿cómo regresamos de noche por esta zona? Pero decidimos continuar; todos estuvimos de acuerdo en que ya estábamos en camino y en el Canal entenderían. Pero otro problema era que estábamos sin plata, tendríamos unos cuantos soles entre todos y no sabíamos qué íbamos a comer, ni donde dormiríamos, ni nada. Adelante, como diría el Arquitecto.

El trayecto se nos hizo larguísimo; ya estaba oscuro y el camino era totalmente inhóspito, oscuro y desolado. Sentíamos además el efecto de la altura y el frio. Cuando llegamos a Churín nos encontramos con un grupo de policías que justo estaba preparándose para subir a Andajes; si no digo, soy una suertuda.

Los policías estaban además acompañados por el juez de paz de la provincia y los fiscales que estaban listos para proceder con el levantamiento de los cadáveres. Es decir que todo estaba en ese lugar tal cual lo habían dejado los senderistas.

Bajé del carro y tras presentarme, les pregunté (por supuesto) si había subido algún otro periodista.

-“No, ustedes son los únicos que han llegado hasta acá”

Mostro. Let’s go.

Subimos nosotros primero y la camioneta de los policías y demás detrás. Una hora más de un camino ascendente, sinuoso y oscuro que nos llevaba a las alturas de la sierra de Lima, ya casi Cerro de Pasco.

Cuando por fin llegamos lo primero que me llamó la atención fue el silencio pesaroso del lugar. Bajamos del carro y los pobladores se nos acercaron en grupo para saber quiénes eramos. Era gente pobre, indígena y mayormente campesina. Algunos de ellos, sin mediar palabra, nos señalaron el camino hacia donde yacían sus muertos. El viento gélido y la altura (más de 4 mil metros) no eran lo que aceleraba nuestro corazón ni lo que nos sumió en un sincero pesar compartido con esta población tan olvidada y postergada por la Gran Capital y sus gobernantes. A medida que nos acercábamos a la Plaza central de Andajes con la cámara prendida y yo con el micro en la mano se nos iba descubriendo la dantesca escena.

Los cuerpos acribillados a balazos yacían en el suelo, descubiertos y sobre enormes charcos de sangre seca. Las mamachas lloraban, no, aullaban de dolor arrodilladas frente a su esposo, hijo o amigo. Era desgarrador. Con nuestra lámpara de luz íbamos de cadáver en cadáver, iluminando cada escena como si se tratara de presentar a los protagonistas de una película de terror. Terror. Horror.

Recuerdo a una señora que sollozaba y le hablaba a su esposo muerto en quechua. Me dijeron que le estaba pidiendo que se levante, que por favor papito, levántate…y le agarraba el zapato sucio y raído mientras con la otra mano golpeaba la tierra con su sombrero y se doblaba de dolor sobre el cuerpo inerte.

Yo estaba narrando los hechos a medida que los iba conociendo y entonces llegaron los policías con el juez de paz y los fiscales y se empezó con los procedimientos legales de reconocimiento y posterior traslado de los cuerpos a la tolva de la camioneta policial.

Hice varias entrevistas en el lugar. Uno de los sobrevivientes me contó todo lo que había sucedido. Los terroristas habían llegado en camiones, eran como 50, nos dijeron y empezaron a llamar a la población para que se reúna en la plaza. Esta era una costumbre de los subversivos cuando llegaban a algún poblado. Luego de tenerlos reunidos sacaron a un lado a 8 personas entre el alcalde, gobernador, teniente gobernador y otros más. Los metieron a una casa y los acribillaron. Luego se dedicaron a incendiar los locales gubernamentales y tras amenazarlos con que iban a regresar pronto a llevarse a los jóvenes del pueblo, se fueron.

Uno de mis entrevistados era un viejito que había sobrevivido la masacre. Lo habían dejado por muerto.

Habíamos terminado nuestro trabajo que era, además, una exclusiva. Algunos pobladores nos ofrecieron algo de comer y los policías nos regalaron una cajetilla de cigarrillos y un poco de pisco (bien preparados los polis).

Cuando estaba a un lado fumando se me acerca un hombre. No hablaba o parecía un poblador de la zona, era más bien de aspecto criollo y me llamó la atención. Se acercó y me dijo algo así:

-“¿Quieres saber porqué los mataron? Yo te puedo dar una entrevista. Soy profesor acá y te puedo informar de las razones que tuvieron para hacerlo. Yo te voy a buscar más tarde”.

Luego que dijo eso yo volteé para ver donde estaban los policías y mi gente pero no los encontré. Cuando regreso la mirada hacia el tipo, éste había

desaparecido. La carne se me puso de gallina y la sangre se me heló. “Te voy a buscar más tarde” me había dicho.

Yo estaba bastante asustada, les confieso. Un viejito nos ofreció su granerito para dormir. Una de las mamachas nos trajo pieles de carnero para que las pusiéramos en el piso de tierra y nos echáramos encima. El lugar era bastante pequeño...unos 3 metros por 3 metros y en una esquina había una pila de granos y a los lados algunas herramientas. Los cuatro dormiríamos uno al lado del otro, en el piso.

Hasta que todos nos pusimos noicos. Yo les había contado del pata este que me había dicho que “sabía demasiado” y empezamos a rayarnos con que de repente era un terrorista que se había quedado en la zona para informar de lo que pasaba y que cuando supo que había periodistas de Lima se le había ocurrido que podía extender la masacre un poquito.

Así que preparamos un plan extremo. Ibamos a colocar la cámara de video en una esquina del cuartito encima de la casetera y en un ángulo que diera hacia la puerta del granerito (que no tenía pestillo ni nada). Si alguien abría la puerta, Gonzalo que era el que estaba al lado de la cámara, iba a apretar el play al toque y la cinta empezaría a registrar nuestro baño de sangre. Les juro que estábamos los 4 petrificados del espanto. En eso, mientras todos nos mordíamos las uñas echados sobre el cuero de cabra, escuchamos un ruido.

Contuve la respiración para descubrir que era solo un ratón que había entrado a comerse unos granos. Ratones a mí....hola amiguito, come tranquilo. A seguir mordiéndome las uñas esperando que alguien pateara la puerta y entrara con un hacha en la mano. The Shinning.

Estábamos todos medios dormidos cuando escuchamos el ruido de un auto frente a nuestro pequeño cobertizo. No solo eso, mientras sonaba el rugido del

motor en espera, alguien dijo medio en susurro -“deben estar por acá, ese es el auto del Canal 9”. Todos nos miramos aterrorizados. Por suerte, según nuestros locos pensamientos del momento, habíamos estacionado el auto a unas dos casas para despistar. Con la mano pegada al Play de la casetera y los oídos pegados a la puerta, escuchamos con alivio que el auto arrancó y se fue.

No sabemos a qué hora nos dormimos pero a las 6 de la mañana ya estábamos en pie, maltrechos y ojerosos pero vivos.

Y listos para seguir trabajando. A la luz del día el pequeño poblado lucía aún más desolado y triste que la noche anterior. Las mujeres estaban reunidas en las esquinas y solo nos miraban pasar, en silencio. Nosotros filmábamos las últimas escenas que necesitábamos para regresar a Lima con todo ese importante material cuando me encuentro con un viejo periodista de La República y colega de un sinfín de comisiones.

-“Llegué anoche”, nos dijo. “Estuve buscándolos porque me dijeron que estaban en el pueblo pero no los encontré”.

-“¿Eras tú el del carro en la madrugada?” le preguntamos.

-“Si...como saben, ¿me escucharon?”

-“¿Escucharte???? Casi nos matas del susto!”

Pero bueno, nosotros estábamos listos para partir y así lo hicimos. Cuando empezábamos a bajar por aquel camino serpenteante y oscuro de la noche anterior (ahora con luz notamos más lo difícil de la geografía), nos topamos con varios autos de diferentes medios periodísticos que recién llegaban a Andajes a recoger mis migas. Recuerdo al colorado Virgilio Agreda saltando de su carro (él trabajaba en una revista muy importante) para preguntarme si había tomado fotos. Para entonces ya se había corrido la voz que la Flaca tenía

las imágenes en exclusiva. Honor al mérito de mi equipo de valientes (excepto por la palteada de la noche,je).

Llegamos a Churin hechos una mugre, por supuesto. El loco Armando no se soportaba y terminó lavándose la cabeza con un puñado de detergente que le pidió a una señora del lugar. Yo esperaría a llegar a mi casita a darme un baño como Dios manda.

Al canal llegaríamos en la tarde, cansados pero satisfechos del material que traíamos. Julio Higashi no podía estar más orgulloso y la nota esa noche me trajo muchas felicitaciones genuinas, sobre todo de mis colegas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tengo derecho a votar viciado!

Estoy segura que muchos están haaartos de escuchar, leer y ver ataques de uno y otro lado estas últimas semanas previas a la segunda vuelta electoral en el Perú. Yo estoy particularmente asqueada con alguna prensa (mucha para mi horror) que ha tomado parte apoyando a uno o a otro como si ese fuera el rol de los periodistas. Qué pena que la profesión (si, no la llamo oficio como algunos huachafos) haya caído tan bajo en nuestro país....donde los nuevos chicos que salen de universidades de "dudosa reputación" o institutos que regalan notas o con profes que ni ellos mismos se creen que son periodistas tomen la batuta de la información, la credibilidad y la ética. Y no son solo los reporterillos de a 500 lucas...son tambien esos abogados, economistas y empresarios que se creen con derecho a opinar y hacernos escuchar  sus sabias conclusiones respecto a la política y lo que debemos digerir de información. Qué pena. Pues yo voy a votar viciado, si señor...porque no me da la gana de escuchar a miedosos empresarios rajar y despotricar de Humala ni a otros que defienden a una mala hija de Susana y buena hija de Alberto, que se embolsicó miles de dólares y donaciones y muebles de Palacio (ya no se  acuerdan?) y estuvo al lado del ex presidente siempre y hasta ahora, que escucha atenta cada directiva, consejo y orden en la DIROES.
Yo no quiero votar por ninguno de los dos para que sea mi Presidente , NO ME DA LA GANA. y nadie tiene porqué cuestionarme ni apanarme o tratar de convencerme que soy mala peruana por no votar por Keiko. Es mi derecho  y mi opción. Uno de los dos va a ganar pero no será gracias a mi. He dicho.  

lunes, 16 de mayo de 2011

Plop

Dos años después.....

Había perdido/olvidado mi contraseña y estuve sin escribir nada. Pues hoy les digo que....todo sigue igual y aún no encuentro al hombre del resto de mi vida. Tuve algunos encuentros y una pareja pero todo se fue al diablo. Creo que realmente no hay hombres interesantes en Lima. Así de sencillo. To be continued......